En ocasiones no queremos ver más allá de las ventajas que se anuncian en cada herramienta tecnológica, aceptando sin otra consideración que se va a conseguir trabajar menos y realizar tareas en menos tiempo.
Previamente a la compra de tecnología, debemos considerar si realmente es necesaria, es decir, si el proceso de negocio se puede realizar sin esa herramienta.
También es conveniente evaluar alternativas a una determinada aplicación para comprobar si alguna de ellas se ajusta mejor a nuestro modelo de negocio.
La tecnología por si sola no resuelve ningún problema, no trabaja por si misma; es una herramienta que usada de forma correcta consigue facilitar la realización de una determinada tarea.
Toda nueva herramienta supone un proceso de aprendizaje, en un ritmo distinto para cada persona que lo incorpora a su labor diaria.
Y habitualmente obliga a gestionar información, bien sea en un proceso de alimentación, de supervisión e interpretación de datos o de ambas a la vez.
En todo caso, es aconsejable plantearse estas cuestiones antes de realizar la compra impulsiva:
1. ¿Cuales son mis objetivos y mi estrategia para alcanzarlos?
2. ¿Qué problemas soluciona la tecnología?
3. ¿Su implantación supone cambios en los procesos de mi negocio?
4. ¿Es rentable la inversión si tengo que adaptarme y cambiar por la tecnología implantada?
Primero debemos debemos determinar nuestros objetivos, después afrontar la estrategia de nuestro negocio y finalmente adaptar tácticas, herramientas y tecnología que ayuden día a día en nuestros procesos previamente definidos.
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Esta reflexión surge de la visión de Jeff Turner, explicada con claridad y brevedad en este Video (en inglés):
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