Durante una charla con un agente inmobiliario al que le tengo mucho aprecio, me habló de lo difícil que le está resultando abrirse paso en una nueva ubicación (Valencia) y que el trabajo de prospección que está realizando para captar clientes y propiedades no le está dando muchos frutos hasta ahora.
Le comenté que sea persistente y tenga paciencia, porque es lógico que no vea resultados hasta pasadas unas cuentas semanas.
Me respondió que si, que es consciente, pero que el problema es cuando se topa con personas que no quieren escuchar, que rechazan que les propongas soluciones a sus necesidades, que creen que saben más que tú y que para qué necesitan trabajar contigo. O aquellos que te marean pidiendote información y luego no se dignan a responder a tu propuesta y no te contestan al teléfono.
En resumidas cuentas, lo que le quema a este compañero es tratar con "capullos integrales".
A todos nos fastidia cuando nos encontramos con esta gente; bastante duro es trabajar de cara al público y ofrecer servicios como para que además tengas malas contestaciones y actitudes.
Mi comentario calmante fue que todos nos encontramos a veces con estos capullos, pero que afortunadamente son una minoría.
"Pues me tocan todos a mí" se lamentaba él.
Tras la conversación, estuve pensando en ello y me asaltaron las dudas; me estremecí pensando en 2 variables de lo que habíamos comentado sobre aquellos a los que llamábamos inequívocamente "capullos integrales":
1. Tal vez no sean ellos tan capullos; quizás en ocasiones nos equivoquemos nosotros y no acertemos con el tiro. Posiblemente estemos ofreciendo un servicio a quien no lo necesite o no lo quiera y no deberíamos seguir insistiendo. Puede que nuestro target no sea el adecuado y estemos dirigiéndonos a personas que no quieren perder el tiempo.
A lo mejor somos nosotros unos pesados y no entendemos lo que quiere el otro.
2. Consideramos que por una mala relación puntual con nosotros, ellos SON unos capullos. Creemos que siempre se comportan asi, con todo el mundo, en toda circunstancia, en el trabajo y en su vida personal, con sus amigos (si los tiene) y con su familia. Los etiquetamos y así los dejamos.
Pero todos tenemos malos días y malos momentos. Puede que yo mismo haya respondido con desprecio a alguien que me ofrecía algo que no me interesaba, o haya dado largas a propuestas sin interés para mí, o no haya cogido el teléfono. No es habitual ese comportamiento en mí, pero reconozco que en alguna ocasión he podido molestar a quien me estaba ofreciendo sus servicios como parte de su trabajo.
Es muy probable que esa persona se haya sentido ofendida por mi actitud y considere que soy un "capullo integral", que soy siempre así de borde, lo mismo en el trabajo que en mi vida personal.
Conclusión:
– no me considero un capullo, pero he podido dar esa imagen en alguna situación,
– las personas a las que considero "capulllos integrales", puede que no lo sean realmente,
– pido disculpas a quien le haya resultado ofensivo y me haya etiquetado como "capullo integral",
– antes de hablar mal de alguien piensa que otros pueden decir lo mismo de ti.
Por lo tanto, hagamos una ejercicio de reflexión y grabemos en nuestra memoria:
no volveré a comportarme como un capullo integral
no volveré a comportarme como un capullo integral
no volveré a comportarme como un capullo integral
no volveré a comportarme como un capullo integral
no volveré a comportarme como un capullo integral
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Tus apreciaciones son sencillamente sublimes.
Por cierto caballero, sí que da resultado el trabajo de prospección. Lo que ocurre es que se trata de una tarea lenta, minuciosa. Al principio comenzaba con el “Muy buenos días, quisiera ayudarle con la venta de su vivienda. Si es tan amable, etc… etc…”. En esos momentos los “capullos integrales” eran muchos. En cuanto opté por cambiar de estrategia, tuteando y yendo al grano, ofreciendo algo muy diferente a lo que ofrecen todas las inmobiliarias que han llamado a esa persona con anterioridad… quizá no trabajen conmigo, pero sí suscito interés, curiosidad, y recomendaciones.
Por lo tanto, hay que distinguir de entre todos los “capullos integrales” entre los circunstanciales, por un lado, y los permanentes, por el otro. Unos lo son en un momento dado y son gente normal con un mal día, los otros lo son en cualquier momento. Por fortuna, casi todos los “capullos…” son temporales. Los que no, son una minoría.
Me alegro de que ese cambio de estrategia si que esté dando frutos. El hecho de proponer servicios diferenciales suele provocar un nivel de atención mayor.
Ser directo e ir al grano, en algunos casos gustará y en otros no, pero si va con tu forma de ser, sigue por ese camino.
Hay gente k se comporta como un capullo cuando se dan cuenta de que lo que le están ofreciendo realmente les interesa y intuyen que contratarte quizás les solucionaría la papeleta; PERO… Igual eres caro, o no quieren exclusiva , no quieren firmar o el valor que les das no les parece bajo, pues ahí es cuando su grado de ''capullismo” aumenta, les da rabia porque les as picado les gustaría contratarte pero no se les dice lo que ellos quisieran escuchar, así que te tratan mal , para menos preciar tu gestión. TRANQUILO ESOS SON LOS QUE LUEGO VUELVEN .
Si, hay también hay mucho cliente de ese tipo: el peleón.
Como bien dices, se comportan como capullos como medio para conseguir mejoras en las condiciones y/o en el servicio; pero luego vuelven.
Buenisimo Cesar.
Otro capullo.
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