Aquellos maravillosos años del ladrillo

La noticia de la presentación a concurso de acreedores por parte de Reyal Urbis, me hace reflexionar sobre cómo ha cambiado el sector inmobiliario en los últimos 15 años y las grandes empresas que lideraron tanto su crecimiento como su caída.

¿Cómo es posible que una empresa con cotización en bolsa, con unos beneficios millonarios a lo largo de la primera década del siglo XXI, con un cartera de activos inmobiliarios por valor de 4.194 millones de euros (tasación de 2012), reciba el rechazo de los bancos para refinanciar una deuda de 3.613 millones de euros?

¿Esta situación ha sido provocada por una mala gestión de su máximo responsable, Rafael Santamaría?

¿La crisis general y la particular del sector inmobiliario han provocado no llegar al acuerdo con los acreedores?

¿El G-14 no ha sido capaz de asesorar, acompañar y apoyar a uno de sus miembros en la negociación?

¿La debilidad de sus inversores, como Caja Castilla La Mancha, han debilitado su capital?

¿Las medidas del Gobierno (paquete de medidas del saneamiento del sector financiero) no son suficientes?

Recuerdo a Urbis como a un gigante que crecía año a año. En el año 2000, con el propósito de promocionar su marca y a instancias del portal inmobiliario Globaliza, lanzó otro concurso, en ese caso destinado a particulares, con el premio de conseguir una casa de 50 millones de pesetas (no había entrado el euro todavía).

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Anuncio en el que Urbis regalaba una casa de 50 millones de pesetas, a través de un portal inmobiliario (Hemeroteca ABC, Año 2000)

Recuerdo su presencia en ferias y salones inmobiliarios con stands de grandes dimensiones, con grandes obsequios para los visitantes hasta el comienzo de la crisis, a partir de la cual se ofrecían grandes descuentos a los potenciales compradores:

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Stand de Reyal Urbis en Outlet Residencial, año 2010: 6.000 euros de descuento por reservas durante la feria.

No hay una razón concreta que explique su alza y posterior declive. Pero el crecimiento desmedido, avivado por financiación fácil y por la avaricia de sus propietarios y accionistas, ha provocado la situación actual de un gigante con pies de barro que se desmorona ante la indiferente mirada de sus antiguos compañeros de viaje.

César Villasante

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  1. Julio 26 febrero 2013